¿Qué pasa cuando una poderosísima compañía tiene en sus manos todos tus datos, tus secretos más íntimos, tus contraseñas, vigila lo que haces día a día, los lugares que frecuentas y las cosas que hablas con quienes te rodean?
Sin duda, esta pregunta parece sacada de un cuento de horror, pero es más real de lo que quisiéramos aceptar y pasa a cada segundo, incluso mientras lees esto. Con este planteamiento se desarrolla El circulo, película estadounidense de ciencia ficción, escrita y dirigida por James Ponsoldt, basada en una novela homónima.
La cinta es protagonizada por Emma Watson que interpreta a Mae Holland, una joven inocente, muy apegada a la familia, poco sociable, que recién se ingresa al mundo laboral y pasa de un trabajo que apesta a integrarse a la que parece ser la mejor compañía del mundo: El círculo, empresa de tecnología y comunicación por internet.
Del otro lado de la moneda está Tom Hanks, dueño de la red social llamada TruYou, con una personalidad encantadora, discurso envolvente y todas las características de un líder exitoso en ese rubro, todo un viejo lobo de mar, con gran colmillo para los negocios y para seguir expandiendo su manera de hacer las cosas.
Poco a poco vemos como Mae Holland se ve obligada a entrar en la dinámica de la que todos en su trabajo son parte: estar conectados a la red permanentemente, saberlo todo de todos, incluso secretos que ella mantenía muy en privado como la enfermedad que padece su padre.
En un principio la tecnología parece ayudarla a salir de sus problemas, a estar (si se puede en un concepto) más feliz, pero siempre a un costo caro, por ejemplo el de monitorear su salud y la de su familia fue beber un líquido que contenía un sensor, sin ser avisada o pedido su consentimiento abiertamente (¿te suena familiar?).
En realidad no hace falta utilizar grandes fórmulas cinematográficas para expresar algo que de por sí ya es lo suficientemente alarmante y la película lo logra transmitir, así, sin ser pretenciosa, con un lenguaje sencillo, con una trama que no busca profundizar en cada detalle, eso, (la reflexión y profundización) es más una reacción natural del espectador al ver representado algo que finalmente le está pasando y de lo que ¿ya había concientizado?
Los conflictos se van enmarañando poco a poco y de manera aparentemente sutil, en un mundo que ficción y realidad comparten, en el que “la tecnología es cool” e idealmente la usamos para mejorar como personas en muchos aspectos, pero al final del día ¿te atreves a contestar la pregunta inicial… ?